Los gobernadores del PAN se alían para hacer contrapeso al gobierno de AML

Los mandatarios panistas constituyeron formalmente una asociación civil con la cual, dicen, unirán esfuerzos para exigir un trato recíproco por parte el Ejecutivo federal.

https://politica.expansion.mx/estados/2019/08/30/los-gobernadores-del-pan-se-alian-para-hacer-contrapeso-al-gobierno-de-amlo

sábado, 2 de junio de 2018

TENGO LAS MEJORES PROPUESTAS . GANO BARCENAS EL DEBATE . HEROICOS TIEMPOS HEROICOS CANDIDATOS


Marketing político digital, más allá del candidato



       La publicidad electoral tradicional es cosa del pasado. Cada vez más, los canales digitales influyen de manera determinante en los movimientos sociales, el activismo y la participación electoral. 

                                                    NUEVOS RUMBOS

   PARA GUAYMAS   

   CON HUELLA     


Hacer consultoría política hoy, implica entender que los medios digitales no son una extensión de la mercadotecnia ni un nuevo canal de comunicación. La estrategia electoral requiere entender toda la diversidad y complejidad de esta herramienta, abarcando tanto su desarrollo tecnológico, como los efectos que tienen en la evolución psicológica, social, política, conductual e ideológica de los ciudadanos.

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LA ELECCION DEL FIN DEL MUNDO...

                Presentación Pocas ocasiones como en la que vivimos, la elección presidencial que tendrá lugar en 2018 ha despertado tanto interés entre periodistas, analistas, acadé- micos, políticos y ciudadanos. Si bien, buena parte de los comentarios que ya empiezan a saturar medios tradicionales y digitales se relacionan con los aspirantes y sus posibilidades –reales o supuestas–, hacía falta un texto que desnudara todo el entramado que hay detrás de la manera en que destacados actores políticos se mueven para, desde sus respectivos partidos, posicionarse de cara a los siguientes comicios, además de considerar los antecedentes vividos en México durante los años del partido oficial hegemónico. 

                  Cuadernos de Indicador Político ofrece ahora, gracias a la pluma de Carlos Ramírez, una radiografía que desnuda esta parte del sistema político electoral mexicano, ubicando en su lugar a cada una de las piezas que componen este medio, así como los alcances que podrían tener de cara a un proceso electoral que se vislumbra competido y con un elemento propio de cualquier democracia, la incertidumbre respecto al resultado final. Nuestros lectores podrán conocer la manera en que se pelearon las candidaturas a la presidencia en el seno priísta en la segunda mitad del siglo XX, así como empezó a emerger, en los años 80 del siglo pasado, una oposición que comenzó a arrebatar en las urnas las victorias a un priismo que aún hoy no termina de adaptarse a un entorno electoral competitivo. Asimismo, no sólo los partidos considerados grandes –como PAN, PRD o Morena– son parte de esta competencia, sino que también se revisa el papel y las posibilidades de los integrantes del bando independiente, quienes podrían tener un papel destacado en la siguiente campaña electoral. 
  

           En resumen, se trata de un texto que servirá para que cualquier ciudadano interesado comprenda el contexto en el cual se desarrollarán las elecciones de 2018, unas votaciones que se antojan definitivas para, como apuntó Carlos Ramírez, redefinir el rumbo de la Nación… o para engrosar la lista de oportunidades perdidas. Armando Reyes Vigueras Director Editorial


La elección presidencial del 3 de junio de 2018 será la última del viejo México priísta que se niega a morir y el ingreso de la república a una zona de incertidumbre política ante la inexistencia del nuevo sistema político/régimen de gobierno/Estado. El PRI ya estableció que el 18 no será el 2000 ni el 2006, el PAN entendió su fracaso en el 2012, el caudillo Ló- pez Obrador sabe que será entonces o nunca, el PRD asistirá a su propio funeral sin cenizas de las cuales resurgir y la sociedad activa aunque minoritaria quedará desencantada una vez más de una sociedad pasiva mayoritaria sin ciudadanía. En este sentido, en el 2018 todo cambiará para seguir igual. El sistema político fundado por el PRI seguirá crujiendo las amarras ante las diferentes tormentas perfectas, pero seguirá siendo la estructura de poder funcional a la continuidad cuando menos de las élites en el poder. El PRI llegará fracturado, el PAN se dividirá, el PRD seguirá extinguiéndose, Morena se ahogará en el funcionamiento como movimiento caudillista-cesarista y la sociedad no partidista de nueva cuenta quedará desencantada porque las posibilidades de candidatos independientes padecerán el síndrome priísta de la ambición por el poder. Como el tiempo de la transición se ha agotado y las fuerzas políticas confundieron reglas electorales estrictas y no la reconstrucción del sistema polí- tico, la alternancia del 2000 recordará a la sociedad que lo que está en disputa será el cargo máximo en el poder ejecutivo. Y que las élites que van a competir por las candidaturas y por la victoria electoral serán las mismas que han funcionado en gobiernos federal o estatales o municipales no para instaurar un nuevo sistema/régimen/ Estado sino para aprovechar los beneficios de haber llegado a las cúpulas del poder. Y lo peor de todo es que no será siquiera la restauración del viejo régimen, sino la revalidación de ese régimen que permite la alternancia… hacia ninguna parte. Las experiencias de transición a la democracia en otras sociedades tuvieron liderazgos intelectuales y fuerzas políticas dispuestas a la instauración de nuevas formas de gobierno y de convivencia. Ayudó a ese proceso que venían de regímenes autoritarios, dictatoriales y represivos. México cumplía con las exigencias del agotamiento del viejo régimen, pero le faltaron las fuerzas políticas e intelectuales del cambio. La alternancia en el 2000 supuso que el mero relevo en la titularidad del ejecutivo federal sería suficiente para dinamizar la democracia. Al final, Fox y Calderón en la presidencia, López Obrador en la jefatura de gobierno del DF, gobernadores no priístas y el PRD y el PAN como fuerza equiparable al PRI en el Congreso sería suficiente. El problema del 2000-2012 fue que nadie supo definir el nuevo rumbo: una transición hacia la dimensión desconocida. La vieja estructura de poder verticalista del PRI quedó vigente y ayudó a gobernantes del PAN y del PRD a mantener el dominio político en espacios territoriales y sociales de la república. La transición como modelo de transformación política fue derrotada por el pensamiento político priísta dominante: la alternancia en una élite pragmática desvió el camino de la reconstrucción del sistema político priísta que se fue nutriendo de las experiencias de las monarquías indígenas, de las prácticas virreinales, del liderazgo caudillista, de la dictadura personal y de la estructura de poder centralizado. La confusión del 2000 radicó en suponer que bastaba con un nuevo partido en las viejas o corroídas estructuras de poder para instaurar una democracia. Paradójicamente el poder presidencialista rumbo al 2018 es aún más fuerte que el que existía en el 2000 panista, con la circunstancia agravante de que el PAN en la presidencia de la república no supo entenderlo y por tanto no supo usarlo. El PRI en Los Pinos en el gobierno del presidente Peña Nieto ha carecido de espacios de poder pero ha sabido sacarle ventajas en el ejercicio de los hilos autoritarios del poder institucional priísta. El país esperaba que la alternancia en el 2000 y en el 2012 ofreciera una salida estructural a la crisis nacional. Si el PRI encontró su edad de oro en las posibilidades de un crecimiento económico promedio de 6% anual en el largo periodo 1954-1982 y una tasa de inflación de 2% anual en el ciclo estabilizador hasta 1973, el deterioro del liderazgo del PRI estuvo en su incapacidad para ofrecer estabilidad con desarrollo social. De 1982 a 2016, la tasa promedio anual de crecimiento económico ha sido de 2.2% anual, frente a una tasa demográfica promedio de 2.25% y un aumento promedio anual de la población económicamente activa de económicamente .